Esta Reserva Forestal Protectora Nacional resguarda una de las mayores expresiones de arte rupestre y diversidad ecológica del país. Por ello, las comunidades campesinas de la zona están trabajando para mejorar la oferta turística con base en criterios de cuidado con la naturaleza.

Un ecoturismo cada vez más responsable: la apuesta de las comunidades de la Serranía de la Lindosa

La gran puerta de entrada a Chiribiquete: esa es la Serranía de la Lindosa, un área protegida bajo la categoría de Reserva Forestal Protectora Nacional que no solo acoge una inmensa biodiversidad entre sus bosques húmedos tropicales, arbustales y herbazales, sino que también representa una zona clave para la conectividad ecológica y biogeográfica entre las sabanas de la Orinoquía y las selvas de la Amazonía.
Esas características, sumadas a la inmensa red hidrológica y al arte rupestre con más de 12 mil años de historia que hacen parte de La Lindosa, representan una invitación permanente para turistas interesados en explorar la naturaleza del país. Así lo explica Miguel Ángel Martínez, profesional de apoyo de la SZF, quien ha sido testigo de que la llegada de visitantes a la reserva no solo es una oportunidad para afianzar la economía, la cultura y el conocimiento sobre la biodiversidad locales, sino también un desafío para desarrollar una oferta turísitica responsable con la naturaleza.
Es por ello que durante 2021 y 2022, la SZF en conjunto con Parques Nacionales y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), desarrollaron estudios de capacidad de carga en Nuevo Tolima y Túneles Naturales, dos sitios con una importante demanda turística en el área protegida. A partir de ello se plantearon distintos indicadores de monitoreo ecoturístico con el fin de que los administradores de los atractivos empezaran a generar datos al respecto y, a partir de esto, pudieran identificar los impactos ambientales y arqueológicos de las visitas.
Sin embargo, para que estos ejercicios de toma de información iniciaran, explica Martínez, se requirieron cinco capacitaciones que empezaron a coordinarse a finales de 2023 y se implementaron durante 2024. En estos espacios se impartieron las metodologías de monitoreo para aves, murciélagos, mamíferos pequeños y medianos, y caudales. “El propósito es que luego de realizar estos monitoreos periódicamente, se tengan datos suficientes para analizar si hay una relación entre las dinámicas de las visitas y los cambios que se observan en el territorio”, cuenta.
Añade que, a partir de esto, se podrá establecer el límite de carga aceptable por sitio (cuántas personas pueden entrar a un lugar) y los horarios adecuados de visita, además de desarrollar estrategias para enfrentar los impactos y presiones identificados. “Por ahora, la comunidad podrá ir registrando la información de las visitas, pero la idea es que a futuro también se tengan en cuenta aspectos como el consumo de agua, la cantidad de residuos generados, la calidad de los suelos, entre otros”.

¿Qué dicen las comunidades frente a estos monitoreos?
Jaime Alfonso, representante de la finca ecoturística Pozos Naturales, cuenta que la realización de estos talleres ha sido fundamental para entender las relaciones que se tejen entre las distintas especies de fauna y flora de la Serranía de la Lindosa, y para tomar consciencia sobre la necesidad de protegerlas para garantizar el futuro de las comunidades campesinas que habitan la zona.
“Los aprendizajes que hemos tenido también han sido muy importantes para los mismos guías turísticos, quienes se encargan de compartir el mensaje con los visitantes. De esa manera vamos a lograr que muchas más personas tengan la intención de conservar lo que tenemos en el territorio”, manifiesta Alfonso, mientras Jaider Ruiz, representante de las Pinturas Rupestres de Nuevo Tolima, expresa que “este tipo de capacitaciones nos hacen mirar la naturaleza con mucho más respeto y amor”.
Mientras tanto, Mirella Calderón, administradora del Bioparque Túneles Naturales, asegura que gracias a los talleres están más preparados como comunidad para registrar información que, en el futuro, les permita tomar decisiones frente al manejo de los atractivos turísticos, por ejemplo, en cuanto al control de los baños recreativos para garantizar el cuidado del agua. “Este conocimiento no solo es necesario para nosotros como bioparque, sino que es de mucha utilidad para todos. Al final queremos que los visitantes puedan disfrutar y que nosotros podamos ofrecer servicios con responsabilidad”, concluye ella.