Así se monitorea la chagra, el cultivo tradicional indígena, en el PNN Amacayacu

En las chagras crecen alimentos, medicinas e insumos, pero también lazos comunitarios y conexiones con la Tierra. Para fortalecerlas y reivindicarlas, más de 60 chagras son monitoreadas anualmente en esta área protegida. ¿De qué se trata este esfuerzo?

16/10/2024, NPIRE

Hace once años, cuatro abuelos de la comunidad indígena de San Martín, traslapada con el Parque Nacional Natural Amacayacu (Amazonas), se unieron con algunos jóvenes, entre ellos Javier Sánchez, para construir, de la mano de Parques Nacionales Naturales, lo que con el tiempo se convirtió en el proyecto de monitoreo comunitario de la chagra de esa área protegida. El plan que tenían en mente era recuperar lo que, hasta el momento, sentían que estaba en riesgo de desaparecer: las tradiciones y prácticas ancestrales asociadas a este tipo de sistema de manejo tradicional  para las comunidades indígenas amazónicas. 

Por eso se propusieron rescatar para su comunidad, de la etnia ticuna, el significado de la chagra, teniendo en cuenta que más que ser un área de siembra que soporta la seguridad alimentaria de los pueblos indígenas, es el escenario de educación propia, cantos, bailes y rituales; el suelo armonioso en el que crecen la medicina y los insumos para los artesanos; y el puente que acerca el conocimiento y la experiencia de los mayores a los jóvenes y los niños.

Al principio, recuerda Javier, empezaron a recorrer cada chagra de la comunidad para georeferenciarlas con un GPS y para tomar información sobre las semillas y especies cultivadas. “Luego empezamos una investigación con el grupo de abuelos, con la idea de que nos contaran los orígenes de la chagra, pero también para que nos dieran información sobre las dietas, las prácticas de siembra, las enfermedades y plagas, y las formas de cuidado del cultivo”. Con el tiempo se fueron uniendo más abuelos y, al día de hoy, como explica Cristóbal Paduro, funcionario del PNN Amacayacu y líder de la comunidad,  hay 61 vinculados al proceso, además de siete jóvenes que coordinan las actividades de los siete canastos.

Los siete canastos 

En este proceso, los mayores y los jóvenes empezaron a registrar información que hasta ese momento solo existía gracias a la tradición oral, por ejemplo el concepto de los siete pilares de la chagra o los siete canastos: 

  1. Chagra (como práctica central).
  2. Cerámica.
  3. Cestería.
  4. Plantas medicinales.
  5. Tintes y máscaras.
  6. Historias. 
  7. Cantos. 

De hecho, este conocimiento no solo ha sido clave para generar mayor interés por la conservación de la identidad y la cultura al interior de los ticuna, sino que ha servido como insumo para que la comunidad establezca acuerdos de uso con el Parque.

 

La chagra no puede considerarse como una forma de deforestación

Parte del propósito del monitoreo de chagra es que fuera reconocida como una actividad con un valor ancestral dentro régimen especial de manejo del PNN Amacayacu y no como un motor de deforestación. “Fue muy importante porque, antes de eso, las chagras se registraban en las imágenes satelitales del IDEAM como zonas de deforestación. Frente a esto, uno de los abuelos alzó la voz y dijo que debían estudiar la historia de la chagra, que en ticuna significa “el todo”, “el mundo”, todo cabe allí desde lo espiritual y lo físico”, dice Cristóbal. 

Añade que fue esa defensa de la tradición lo que, en primer lugar, lo motivó para unirse con otros líderes, reunir a los abuelos y rescatar el significado de la chagra (2013). Frente a esto, Eliana Marín, quien apoya el proceso desde Parques Nacionales Naturales, explica que gracias a todo el trabajo de la comunidad, la entidad pudo aportar información oficial sobre la importancia de las chagras como sistemas de manejo tradicional que, luego de varios ciclos de uso, se dejan libres para su regeneración.

Hoy en día, mediante el monitoreo de la chagra, dice Eliana, se está tratando de incentivar la diversificación de las especies de siembra, teniendo en cuenta que la comunidad reporta muchas menos de las que usaban décadas atrás. Esta situación revela la pérdida de variedades de plantas y semillas y, como lo cuenta Cristóbal, “es algo a lo que hemos tratado de hacerle frente a través de actividades como el intercambio de semillas con otras comunidades de Perú y Brasil, y la compra de especies distintas en plazas de Brasil”.

Por ahora, el proyecto de monitoreo de chagra, que desde 2018 cuenta con el apoyo de la Sociedad Zoológica de Frankfurt, también quiere trascender con estrategias educativas, pues los líderes y autoridades ticuna ha identificado que solo compartiendo los resultados y conclusiones del mismo en su comunidad (y con otras que se han ido sumando a la iniciativa), pueden garantizar la permanencia de la tradición de la chagra a futuro. Sobre este punto, Daniel Martínez, profesional de Investigación y Monitoreo del Parque apunta que el monitoreo ha buscado recabar información útil para la toma de decisiones por parte de las comunidades y del área protegida.

Aunque la iniciativa de monitoreo de chagra nació hace once años, en 2022 se inició una nueva fase: la toma de datos a partir de criterios definidos por la comunidad. “Queremos varias cosas: evaluar si la diversidad y los usos tradicionales de las chagras se mantienen o no; determinar qué animales están visitando las chagras; saber qué tipo de especies están sembrando y por qué, entre otra información útil. La idea es que, cuando analicemos esto, llevemos las conclusiones familia a familia”, explica Daniel, y añade que de esa manera se podrá seguir rescatando el tesoro cultural que representa la chagra.

 

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